Creo que así el blog es más atractivo, antes estaba en una época gris, ahora blanca y rollo R]TRO.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Donde dije digo, digo Diego


En la imagen la ministra de Asuntos Exteriores y antigua ministra de Sanidad del gobierno de Rodríguez Zapatero. Sí, se pasan las carteras como si de carpetas de quinceañeras se trataran. En cualquier otra persona parecería que está hablando por el celular con alguien que le está comunicando el fallecimiento de un familiar o amigo cercano y querido. No obstante no es esa la sensación que da a sabiendas de que se encuentra en el Congreso de los Diputados y de que pertenece al Ejecutivo socialista. Resulta además que se ha sido sacada del pleno en el que ZP decidió tratar en el Parlamento la necesidad de la participación española en la guerra de Libia, cosa que a la susodicha ministra parece que le debe pertenecer dada su cartera. Pues bien, esta es la viva señal y el vivo reconocimiento de la ocultación de los políticos en este país. Personas que dicen A a los medios que serán leídos y escuchados por el populacho y que hacen B y también dicen B por lo bajini. Es el claro ejemplo de que vivimos manejados por unos señores a los que pagamos y damos la confianza de dirigir nuestro futuro hacia mejor y que lo que nos devuelven es una falsedad descarada, tan solo a veces desenmascarada por una cámara indiscreta que se cuela en una charla entre compis de partido en los pasillos del Congreso (una vez cada equis tiempo) y que rompe los planes de comunicación de asesores y expertos de cada personaje político. Y pasa con la Jiménez como pasa con Mou en el Madrid. Quizás sea porque son concientes de que dicen falacias que no se creen ni ellos mientras juegan con el tiempo de los demás. Eso sí, las uñas de porcelana perfectas, y la bufanda de Armani del portugués

miércoles, 9 de marzo de 2011

Teletransportándome

Qué sensación tan extraña cuando estás a punto de embarcarte en un viaje con un grupo de amigos y tu mente comienza a recrear lo que aún no se ha vivido, lo que tiene que ocurrir para que me lo pase genial y todo ello bajo una nebulosa que no deja pista al detalle. Estoy a escasos días de aterrizar en una tierra desconocida para mi, con unos amigos con los que no he viajado nunca pero con los que, pese a nuestras notorias diferencias, paso por mi vida más agradablemente. Se me mezclan recuerdos de momentos que pasé con ellos en otros entornos diferentes pero esta vez, enmarcándolos en un fondo blanco nevado y con escasos pedazos de cara al aire que desearán caer bajo ropa pero no podrán. Todo son fotos, será porque tengo memoria fotogénica. Y también será porque al fin y al cabo los buenos momentos pasan a una velocidad vertiginosa. Hace más de un año que no cojo un avión y que no siento ese cosquilleo encantador a la vez que aterrador en ese momento en que el dichoso aparato empieza a acelerar hasta perderse entre las nubes. Y tengo ganas. Sobre todo porque viajar en sinónimo de desconexión de la realidad. Es como si el avión fuese una máquina del tiempo en la que te teletransportas a otro lugar donde todo es diferente, donde la gente es diferente y donde las formas de vida son diferentes. Donde se ve a otras personas que en otro tiempo pensé que estaban locas porque sus códigos de conducta y sus gestos no son los míos. Es todo eso lo que me hace evadirme de todo y vivir durante esos días en otra realidad. Es como cuando sueñas... Y volviendo a la realidad en que vivo ahora, lo dejo esperando que la realidad supere la ficción, como casi siempre ocurre.