Creo que así el blog es más atractivo, antes estaba en una época gris, ahora blanca y rollo R]TRO.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sin defensa de peso

Desde hace tiempo a acá se llevan escritos rios y rios de tinta sobre expertos defensores y detractores de las corridas de toros. Se han escuchado montones de opiniones que gente que asegura cosas por un lado y por otro. Yo no voy a hacer nada de eso, lo cual no quiero que signifique que no me mojo porque el tema no me da de comer ni me quita. Para empezar, me gustan los toros. Me gusta el ambiente que rodea las plazas, el color que ilumina a la plaza, las niñas de flamenca que a las 5 cogen el camino y cruzan la portada de la feria de abril camino al coso sevillano. Me gusta y porque no, el olor al puro del señor de al lado, y el corbaterío que riega el tendido. Y por supuesto me gustan las faenas.No se si es arte o no, porque no me creo la definición de arte de Maria Moliner, lo que sí se es que algo me mueve por dentro. Hasta ahí todo bien (por lo menos para mi). El problema está cuando empiezo a escuchar a gente que con toda la ética del mundo, ven friamente que el toro sale a jugar y se le da hasta en el cielo de la boca hasta que cae redondo al suelo. Y los entiendo, y critico a quien lo defiende diciendo que son una tradición de este país, porque en este nuestro país también se hacían mal las cosas antes. Conocido por todos son los gladiadores que en la Roma clásica se jugaban su suerte contra fieras tremendas. Eso me da que pensar porque siempre se ha dicho que España va por detrás del resto, quien sabe si en este tema también. Pero me gustan los toros. Está claro que sobre gustos no hay nada escrito. Habrá a gente a la que le guste tirar a una cabra de lo alto de un campanario y yo lo veo una barbaridad. Termino como empecé: me gustan los toros pero no se como defenderlos. A veces pienso que deberíamos tener la mentalidad de los indios: aman a las vacas, y hacen detener a trenes cuando una se cruza en su camino. Eso sí, amo a los perros y veo al mio correr por mi chalet como loco y no me planteo clavarle nada porque no me creo a los toreros cuando alzan la voz con aquello de que «el toro muere dignamente en la plaza». Y sigo diciendo que me gustan los toros pero no sé como defenderlos. Si alguien me explica sin chorradas como hacerlo sin nombrarme la tradición y el arte, que lo haga porque dormiré con mi conciencia más tranquila que con la que duermo ahora defendiendo lo indefendible.